{ El legado de los cuentos de hadas }
Este proyecto patrocinado por el consulado de Colombia, y El Servei de Blibliotecas de Catalunya, ha recorrido 21 ciudades entre España y Holanda.
Para ver los cuadros y su información, recomendamos verlo en un computador.
Catálogo de obras
Blanco Nieve
Blanca Nieves. (H.Grimm 1812).
La artista nos muestra un retrato de Blancanieves basado en los elementos del ritual, ya que son éstos los que le dan sus verdaderas características: el rojo, el negro y el blanco. A través de este retrato la artista muestra el recorrido y condensa en la imagen final la historia que se desarrolla en el cuento.
El rojo sangre que la delimita está presente en sus labios, fuente de deseo para muchos y que se ven reforzados por la manzana que, a través de la historia, es considerada como una fruta de seducción.
El negro abarca prácticamente la mitad del cuadro y está compuesto de diferentes tonos de color, en apariencia impenetrables pero que muestran una salida positiva a través de ellos (las flores).
El blanco nieve está expresado en el rostro. Es a partir de este elemento que todo se crea, este color hace referencia no solo a un tono sino a un estado del tiempo, una estación que irá cambiando hasta la primavera, cuando finalmente nuestra heroína logrará su final feliz.
Bosque
Hansel y Gretel (Hermanos Grimm, 1812).
El título del cuadro hace referencia a ese bosque donde los niños quedan atrapados, un lugar que, tanto en la literatura en general como en el contexto de los cuentos en particular, es un símbolo para señalar una entrada a otro mundo, un lugar donde los personajes aprenden, por lo que maduran y consiguen la fortaleza suficiente para seguir adelante. En este caso el cuadro nos muestra ese mundo al que se enfrentan Hansel y Gretel, un mundo compuesto de capas que son cada vez más profundas hasta dar una imagen que, aun siendo casi abstracta, nos permite explorar los elementos del bosque.
Los músicos de Bremen
En esta ocasión, Jeice no se ha basado en un texto concreto, sino en la moraleja del cuento, que es principalmente que de cualquier aprieto se pueden sacar fuerzas y empezar de nuevo si se saben utilizar las cualidades y “defectos” que cada uno tiene. Esta idea inspiró a la artista para crear un cuadro multifacético, no centrado en la historia de un solo personaje sino en varios, los cuales terminan compartiendo la misma suerte. Así, este cuento presenta múltiples visiones de una misma situación, y una unión inesperada hace que la historia cambie, provocando que un destino que parecía predeterminado se convierta en algo naturalmente distinto y complejo. Así, la inusual unión de los personajes conduce a un quizá inesperado final feliz.
Esta visión poliédrica del cuento que la artista quiere plasmar en el cuadro provoca que su propuesta sea una obra que cambia según el punto de vista desde donde se mire. Aunque a primera vista tiene un derecho, si se le da la vuelta no sólo el sentido de cuadro cambia, sino también la manera de mirarlo y de verlo.
Los músicos de Bremen
En esta ocasión, Jeice no se ha basado en un texto concreto, sino en la moraleja del cuento, que es principalmente que de cualquier aprieto se pueden sacar fuerzas y empezar de nuevo si se saben utilizar las cualidades y “defectos” que cada uno tiene. Esta idea inspiró a la artista para crear un cuadro multifacético, no centrado en la historia de un solo personaje sino en varios, los cuales terminan compartiendo la misma suerte. Así, este cuento presenta múltiples visiones de una misma situación, y una unión inesperada hace que la historia cambie, provocando que un destino que parecía predeterminado se convierta en algo naturalmente distinto y complejo. Así, la inusual unión de los personajes conduce a un quizá inesperado final feliz.
Esta visión poliédrica del cuento que la artista quiere plasmar en el cuadro provoca que su propuesta sea una obra que cambia según el punto de vista desde donde se mire. Aunque a primera vista tiene un derecho, si se le da la vuelta no sólo el sentido de cuadro cambia, sino también la manera de mirarlo y de verlo.
Castillo
La Bella Durmiente del Bosque (H. Grimm, 1812)
La artista recrea este mundo natural y mítico en unos tonos otoñales que sugieren una suerte de nostalgia por un lugar, el castillo, ahora fuera de nuestro alcance. La construcción no es claramente visible en el cuadro, pero su forma es insinuada en un reflejo de la misma que podemos observar en la parte inferior de la imagen.
También existe una fuerte referencia al tiempo. La artista ha utilizado pintura foto luminiscente, lo cual permite a la obra tener dos momentos de lectura, uno de día y uno de noche. El cuadro posee vida incluso en ausencia de la luz, lo cual nos lleva a reflexionar sobre la continuidad del sueño y un ciclo que puede durar perfectamente cien años.
Cazador
Cinderella
Aunque la calabaza no está presente en la versión de los hermanos Grimm, la artista la representa en esta obra con el objetivo de aproximar al espectador a la historia, construyendo un espacio exterior el cual será testigo (o ya lo fue) de la transformación de este fruto en un suntuoso medio de transporte.
Los colores nos invitan a pensar que la historia del cuadro tiene lugar en un bosque, considerados como entradas a mundos fantásticos. A través de esta simbología, se invita al espectador a divagar entre tonos y texturas, adentrándose en un paisaje fantástico construido a través del único elemento que hace referencia a la historia que creemos recordar, aunque nunca los hermanos Grimm mencionaron este elemento dentro del cuento.
Cuento
Blanca nieves (H.Grimm, 1812).
El espejo cumple una función muy importante en la historia de Blancanieves; al igual que el bosque en otros cuentos, el espejo muestra la entrada a otro mundo, deja ver la verdad sobre todas las cosas, no miente, muestra lo que está sucediendo en el otro lado del bosque. Es por eso que el espejo se convierte en una puerta que nos puede llevar, si queremos, al otro lado de la historia.
Una espiral de pequeñas pistas en forma de palabras que hacen referencia al cuento forman la silueta del espejo, mientras que los toques de color oro son un guiño al color que termina identificando a Blancanieves cuando parece muerta, ya que son las letras de oro las que hacen que el príncipe la identifique como una princesa.
Equilibrio
Escaramujo Castillo de La Bella Durmiente del Bosque (H. Grimm, 1812).
Este cuadro muestra un castillo sumido en el devenir del tiempo, pero que aun así puede ser contemplado con claridad. La artista se basa en el momento en el que el príncipe llega a la fortaleza y que, por cosas del destino, es precisamente el día en que se cumplen los 100 años de sueño impuestos a la princesa y toda su corte. Esta efeméride facilita la entrada del príncipe al castillo y de los espectadores al cuadro.
Así, la artista invita al espectador a descubrir el castillo de la mano del príncipe, explotando esa curiosidad de saber no sólo qué se tiene delante, sino también qué hay más allá. Es por eso que el cuadro tiene la facultad de poder ser visto desde dos ángulos, facilitando un juego visual que permite redescubrir aquello que supuestamente ya hemos visto.
La presencia del personaje (que representa al príncipe) y el recorrido visual del espectador con respecto al mismo es el que nos da esos dos ángulos, pero generando al mismo tiempo un punto de equilibrio en el desarrollo de la historia que nos cuenta el cuadro.
Equilibrio II
Escaramujo Castillo de La Bella Durmiente del Bosque (H. Grimm, 1812).
Érase una vez
A la derecha de la imagen hay una herida, que se representa como cosida a costurones, con la que la artista muestra una entrada o fisura que abre las posibilidades de la nueva historia; la imagen deja paso al texto y éste a su vez la construye.
Esta obra deja ver la esencia de lo que será la serie basada en los hermanos Grimm: los cuadros se construyen por y a través de las palabras escritas, el texto permite que la imagen comience a contar su propia versión de la historia, dejando que el espectador se identifique con el personaje que está a punto de comenzar a leer una nueva imagen.
Exhalación
Hansel II
Hansel y Gretel (H. Grimm, 1812).
Si pudiera trazarse una línea en el rostro de Hansel, se vería que el personaje se debate entre dos estados, ya que, aunque en el cuento es un personaje fuerte y guía a su hermana a través del bosque, parte de él se va volviendo gris al darse cuenta de su delicada situación, aún sin perder nunca la confianza en el cariño de su padre. Es precisamente la unión de estos dos lados lo que dota a Hansel de humanidad y lo aleja de la imagen de héroe que se muestra al principio de la historia. Así, al final de la misma nos damos cuenta de que es Gretel, su hermana, la que logra llevar el cuento al esperado final feliz.
Harmony (Gretel)
Hansel y Gretel (H. Grimm, 1812).
Lobo
El lobo y los siete cabritos (H. Grimm, 1812).
El cuadro no es una representación del lobo del cuento, sino que toma de él algunas características que cobran forma en una imagen diferente, totalmente nueva pero que guarda ciertos elementos que ayudan a crear conexiones con el cuento original. Estos elementos son, por ejemplo, la casa que puede verse al fondo. Pero, si miramos bien, descubrimos elementos que nos muestran el significado real del cuadro, como la diferencia de vestuario (la parte clara es el disfraz del lobo haciéndose pasar por quien no es para ejercer el engaño), o la mancha que sobresale en la oscuridad en el ojo, que recuerda el maquillaje de los payasos.
Manzana
Blancanieves (H. Grimm, 1812).
Aunque en esta imagen la manzana ocupa un lugar destacado, de nuevo es evidente el uso de las palabras como elemento pictórico y como contenido en la obra de Jeice. La artista transforma este lienzo en un muro en el que han quedado grabados fragmentos del cuento, y cuyas marcas sobre la superficie son una analogía de las experiencias de las cuales Blancanieves tendrá que aprender para alcanzar su madurez.
Migas de pan
Hansel y Gretel (H.Grimm 1812).
Esta historia en particular podría estar basada en hechos reales, ya que efectivamente en la época en que fue escrito el cuento se abandonaba a algunos miembros de la familia para que la comida fuera suficiente para los otros. Así pues, Hansel y Gretel se convierten en protagonistas de una historia real.
Este cuadro muestra una ventana cerrada a través de la que se da al espectador la posibilidad de ver la realidad. Así, de este lado del cuadro tenemos una parte de la historia, pero si nos atrevemos a abrirla, como cuando abrimos una ventana cerrada frente a nosotros, veremos la realidad del otro lado. Así pues, tras los cristales está la otra verdad; en este caso, una cruel verdad.
En la ventana sólo se ve un paisaje algo caótico e indescifrable en el que caen unos pequeños copos que hacen referencia a las migas de pan, pero tras ella se esconde la otra parte de la historia. Queda en manos del espectador si quiere verla o no.
Obituario de una princesa olvidada
Escaramujo (La Bella Durmientedel Bosque) (H. Grimm, 1812)
En el cuadro se muestra un paraje recóndito y olvidado; las aguas profundas y oscuras de lo que parece ser un estanque nos invitan a un estado de inmersión, de silencio. El mundo exterior o real, sugerido por la franja horizontal que vemos en la parte superior, se ve consumido por la presencia protagónica de la profundidad de este cuerpo de agua que hace alusión a un estado de inconsciencia, a un mundo desconocido y fuera del alcance de nuestra visión. Aunque Preciosa Rosa, la protagonista, no muere, el olvido actúa como una fuerza que encapsula su mundo y lo convierte en un no lugar, en un espacio susceptible de ser olvidado.
El agua es utilizada en este lienzo por su valor simbólico: comúnmente, representa el camino hacia otro mundo, algunas veces mágico o espiritual, o al mundo de los muertos. Para reforzar esta idea, la flor representada en el cuadro es la flor de cempasúchil (o flor de cuatrocientos pétalos), utilizada comúnmente en los rituales de la celebración del día de los muertos en Méjico. Su color representa la luz como los rayos del Sol y, al disponer las flores en forma de senda, se indica a las almas el camino que deben seguir para llegar a casa.
Anciana
Hansel y Gretel (H. Grimm, 1812).
00:00 Pájaro dorado (Spetial bird).
El pajaro dorado (H.Grimm 1812).
El cuadro muestra un pájaro difícil de conseguir. El encontrarlo supone abrir la mirada a un mundo diferente en el que se puede vislumbrar la presencia de un bosque de agua y distintos caminos. Así, través del cuadro podemos intuir la travesía que deberá recorrer el héroe para lograr el anhelado final feliz.
Una peculiaridad de este cuadro es que puede cambiarse de orientación; tal como lo vemos es complicado ver al pájaro en todo su esplendor, pero si lo vamos recorriendo y girando veremos claramente la figura del animal. El pájaro está intentando coger una flor, insinuada sobre la silueta de una manzana que se pierde en las piezas de la historia que son, en este caso, los elementos del cuadro.
Principe I
Blanca Nieves (H. Grimm, 1812).
El corazón recuerda a la imagen de una carta haciendo referencia al azar, elemento crucial para que el príncipe conozca a Balancanieves.
Principe II
Blanca Nieves (H. Grimm, 1812).
El corazón recuerda a la imagen de una carta haciendo referencia al azar, elemento crucial para que el príncipe conozca a Balancanieves.
Principe III
Blanca Nieves (H. Grimm, 1812).
La artista nos deja entrever ese momento de revelación en el que una luz muy pura y blanca como la nieve baña este entorno, revelando texturas y palabras que no son completamente legibles a primera vista. Aquí de nuevo nos encontramos con una fuerte presencia del uso de las palabras como elemento pictórico y también como parte del contenido de la imagen misma.
Un detalle interesante de este cuadro es el abrigo del príncipe, una forma de corazón en la parte inferior izquierda del cuadro. La simbología que encierra este elemento es doble: por un lado, la más conocida del corazón, que evoca los sentimientos que finalmente el príncipe albergará hacia Blancanieves. Por otro lado, el corazón recuerda a la imagen de un naipe, haciendo referencia al azar, elemento crucial para que el príncipe conozca a la joven.
El rostro del príncipe se divide en dos, una parte más pícara que parece interesarse en las letras de oro, y otra más inocente frente a la lectura de las mismas. La parte iluminada despeja nuestras dudas respecto a las intenciones del príncipe, aun mostrando la dualidad que se puede dar ante la situación en la que se encuentra el personaje en el instante de leer la inscripción. Estos momentos parecen pasar desapercibidos en la historia y, sin embargo, los autores hacen referencia a ellos porque, inconscientemente, son esas pequeñas decisiones y detalles los que determinan el final de la misma.
Roja
Caperucita roja (H. Grimm, 1812).
La simbología de este color es ampliamente conocida, y es la que ha tomado Jeice para la realización de este cuadro. El fuego y el peligro, pero también la ira, la violencia y, consecuentemente, la guerra. Pero, a la vez, el rojo también evoca una serie de sensaciones aparentemente contrarias a las primeras, como la pasión o el amor. Así, este color simboliza las dos caras de la misma moneda: tanto Cupido como el demonio pueden ser identificados a través del rojo.
Tomando este doble significado como inspiración, la artista nos muestra un personaje que en realidad es una fusión entre Caperucita y el lobo, haciéndonos ver que en algún momento pueden ser la misma persona. De hecho, son la malicia y la astucia, subyacentes en todas las personas, las que hacen que la Caperucita del cuento sortee las pruebas y aprenda de ellas para llegar a un buen final.
Labios rojos
Las palabras en que basa Jeice son únicamente dos, “labios rojos”, pero con una carga simbólica muy potente. Estos labios rojos son una característica del personaje que puede describirlo no solo físicamente, sino que también encierra un significado erótico, más cuando hablamos de una adolescente, que es en lo que se termina convirtiendo Blancanieves al lograr pasar las pruebas y estar lista para el siguiente paso, el matrimonio con el príncipe.
Si seguimos con la simbología de los colores, podríamos decir que la frase del cuento “Si tuviera un hijo tan blanco como la nieve, tan rojo como la sangre, tan negro como el ébano”, dicha por la madre de Blancanieves antes del nacimiento de la niña, significa que desea un hijo puro como la nieve, fuerte como el fuego e igualmente misterioso y malicioso como el negro. Ese hijo es Blancanieves, y Jeice ha querido trabajar en este cuadro ese otro lado, astuto y erótico, al mostrarnos sus “labios rojos”. Basándose en el significado de los elementos que la describen, como el color o las partes del cuerpo que resaltaron los autores, la artista nos muestra un personaje diferente al que estábamos acostumbrados, un personaje que nos mira desde el otro lado del espejo.
Reina
Blancanieves (H.Grimm. 1812).
Aunque podríamos esperar un poco más de crudeza en su rostro, las sombras que se muestran en la imagen hacen alusión a lágrimas, claro símbolo de tristeza. Aunque la Reina parece un personaje cruel y fuerte, en el fondo encierra una profunda angustia por no poder ser la más bella y una soledad que sólo se ve mitigada por la presencia de un espejo en el que ve su propio reflejo.
Como es de esperar, se viste con suntuosos ropajes; sin embargo, he aquí algo un rasgo reseñable en esta Reina: en lugar de una corona, lleva en su cabeza un sombrero similar al que usan los arlequines. Este elemento arroja luz sobre el final que le espera a este personaje. Como castigo por sus acciones contra Blancanieves, la bruja es obligada a usar unos zapatos de hierro que habían sido puestos sobre carbones encendidos y bailar, como los arlequines, hasta que le llegue la muerte.
Sin título
Tres gotas
Blanca Nieves (H.Grimm 1812).
En las culturas antiguas y los ritos medievales, la sangre y la numerología cumplen una función muy importante que se ve reflejada en el cuento a través del ritual que realiza la madre de Blancanieves al principio del mismo. En la ceremonia, la madre de la protagonista entrega tres gotas de su sangre, que caen sobre la blanca nieve, para pedir un deseo.
Este cuadro se centra en el momento en el que el ritual empieza, cuando las tres gotas de sangre dan paso a un nacimiento, simbolizado por la mariposa, que completa el cuadro y simboliza el comienzo de la historia.
I wish
Cenicienta (H. Grimm, 1812).
Jeice utiliza en este lienzo un símbolo de la mitología Celta, el avellano, el cual representa la sabiduría y la creatividad. En esta historia, este elemento representa el espíritu de su difunta madre, quien guiará y ayudará a Cenicienta desde el otro mundo para que sea posible su transformación de niña polvorienta y sucia a una bella muchacha ricamente ataviada, objeto de admiración de todos en la corte del rey.
La presencia del árbol, levemente insinuada por algunos verdes, es únicamente una referencia espacial. Lo que prevalece en esta imagen es un baile de formas, colores y texturas que sugieren lo real en diálogo con lo etéreo.
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